Así como un ciego reconoce el horizonte con la punta de sus dedos, los seres humanos se dan cuenta de los contornos del paisaje al recrear un mapa sensible de sus movimientos sobre la tierra. Los contornos de este mapa del recuerdo están construidos con trazos que son al mismo tiempo piel y arena, agua y sudor, viento y humor. Los ojos ven en esta distancia lo que sienten las manos en la proximidad, la interacción entre estas dos escalas, la táctil y la visual, hacen posible imagina el paisaje en función del cuerpo y el cuerpo en función del paisaje. Estas dos imágenes y escalas se funden en una sola sensación de profundidad.
El horizonte es el sentido de contención primordial y el ámbito más público del cuerpo. En un horizonte me encuentro con otros y con ellos comparto las tareas cotidianas. El horizonte es el campo de acción del cuerpo y la superficie donde quedan registrados, como huellas, los trazos de las actividades humanas. Un horizonte construido es una topografía artificial, un paisaje dibujado por el cuerpo, hecho de centenares de capas horizontales superpuestas que activan la memoria de lo sucedido. Una plataforma recoge la sedimentación paulatina de las actividades humanas y al mismo tiempo anticipa las huellas de lo que ha de suceder.
Excelente blog trementina, te felicito!
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